La serie destaca por la fidelidad histórica (fuentes documentadas), tecnológica (el uso del tablero de sombras y la solarsteinn o piedra solar de luz polarizada para navegar en la niebla, los Drakkars reproducidos fielmente en escala real y el hecho de que el acero de las espadas de Northumbria sea mejor que el de las vikingas); antropológica (individualismo y democracia de la sociedad vikinga); el gran papel de la mujer, que podía también ser guerrera; la enorme libertad en el terreno sexual (el llamado matrimonio more danico); la gran religiosidad (tanto cristiana como pagana Ásatrú y el chamanismo seid) y cultural (referencias a mitos y leyendas, sacrificios humanos, festivales religiosos, costumbres hospitalarias, tácticas e indumentaria militar, arquitectura de las casas, diseño de los objetos manufacturados, ritos funerarios y normas de duelos u ordalías, en las que podían usarse hasta tres escudos) de las situaciones que retrata. Al tratarse de una serie de History Channel, no oculta su voluntad didáctica con la cuidadosa reproducción de la religión, la sociedad y las costumbres vikingas. Aunque algunos estudiosos han detectado algunas licencias en este sentido (que permiten también las ambiguas y contradictorias fuentes de la época) y cierto desorden cronológico, en términos generales los historiadores han destacado más los grandes aciertos y la recuperación del espíritu de la época más que los escasos y pequeños errores. Aunque por el momento The History Channel ha realizado cinco temporadas, los planes de Hirst son más ambiciosos y ansía rodar hasta siete porque «Ragnar tuvo muchos hijos famosos que hicieron cosas increíbles».